domingo, 1 de noviembre de 2009

JACK el PEREZOSO

Érase una vez una mujer muy pobre que vivía en una pequeña choza. El poco dinero que tenía se lo ganaba tejiendo. Tejía a todas horas hasta que anochecía. Pero aunque trabajaba mucho seguía teniendo muy poco dinero.

La mujer tenía un hijo llamado Jack, que vivía con ella en la choza. Jack era tan vago que se pasaba el día sentado junto al fuego. Nunca hacía nada. No tenía trabajo. Todo el mundo le llamaba “Jack el perezoso”.

La mujer comenzó a enfadarse con Jack, porque siempre estaba sentado junto al fuego sin trabajar para comprar comida ni hacer nada útil .

Un día, cuando ya no pudo aguantar más, le dijo: “ Jack, tienes que trabajar. Tienes que ayudar a pagar la comida. Si no vas a trabajar tendrás que marcharte de casa y buscarte la vida”.

Al día siguiente Jack salió de casa y encontró trabajo en una granja. Cuando terminó la jornada le dieron un céntimo. Como nunca había trabajado, jamás había tenido dinero, y no sabía que hacer con él.

Para volver a casa tenía que cruzar un puente. En el puente se resbaló y dejó caer el céntimo, que cayó al río y desapareció para siempre. Cuando llegó a casa y le contó a su madre lo que había ocurrido, ella le dijo: “ Qué tonto eres. Deberías haberlo guardado en el bolsillo”.

“Lo haré la próxima vez”, dijo Jack.

Al día siguiente Jack encontró otro trabajo, esta vez en una lechería. Cuando terminó la jornada el lechero le dio a Jack una jara de leche. Jack se acordó de lo que le había dicho su madre, y se metió el cuello de la botella en el bolsillo. Cuando llegó a casa se había caído toda la leche.

“Que tonto eres”, dijo su madre. “Deberías haber traído
la jarra de leche sobre la cabeza”.

“Lo haré la próxima vez”, dijo Jack.

Al día siguiente Jack encontró trabajo en una tienda de quesos. Cuando terminó la jornada la dueña de la tienda le pagó con un gran queso redondo. Jack se acordó de lo que había dicho su madre, y se puso el queso sobre la cabeza. Pero hacía tanto calor que para cuando llegó a casa el queso se había derretido y le caía por la cara.

Cuando su madre lo vio dijo:” Que tonto eres. Deberías haber traído el queso en las manos”.

“Lo haré la próxima vez”, dijo Jack.

Al día siguiente Jack trabajó en una panadería, y cuando terminó la jornada el panadero le dio un gato viejo. Jack se acordó de lo que había dicho su madre e intentó agarrarlo con las manos. Pero el gato le arañó y se le escapó. Cuando llegó a casa le contó a su madre lo que había ocurrido con el gato.

Ella dijo:” Qué tonto eres. Deberías haberlo traído atado con una cuerda”.

Jack dijo: “Lo haré la próxima vez”.

Al día siguiente Jack encontró trabajo en una carnicería. Se pasó todo el día cortando y empaquetando carne, y cuando terminó la jornada el carnicero la dio un jamón. Jack lo cogió, lo ató con una cuerda y lo llevó arrastras a casa. Pero cuando llegó estaba estropeado y cubierto de tierra.
No podían comer aquel jamón que Jack había arrastrado por el suelo. “Qué tonto eres. Deberías haberlo traído en el hombro”, le gritó su madre.

Jack dijo: “Lo haré la próxima vez”.

Al día siguiente, que era sábado, Jack trabajó en una cuadra con burros y caballos. Trabajó tanto que al terminar la jornada le dieron un burro. Jack se acordó de lo que le había dicho su madre e intentó cargar el burro a hombros. Pesaba mucho, pero después de varios intentos lo consiguió y comenzó a caminar despacio con el burro sobre los hombros.

Por el camino pasó por delante de una casa muy bonita en la que vivía un hombre rico con su hija, que estaba muy enferma. No se había reído nunca. Los médicos le habían dicho al padre que sólo se curaría si se reía. Lo había intentado mucha gente, pero nadie había conseguido hacerla reír ni sonreír.

La joven estaba mirando por la ventana cuando pasó Jack, y vio que tenía problemas para sujetar al burro sobre los hombros. Al burro no la hacía ninguna gracia que lo llevaran boca abajo, y comenzó a dar coces y a rebuznar con todas sus fuerzas.

Era lo más divertido que había visto en su vida. Se echó a reír a carcajadas, y la risa hizo que se curara inmediatamente.

Su padre se alegró tanto que le regaló a Jack mucho dinero y una casa muy grande. Ahora Jack vive en esa casa con su madre, y sigue haciendo reír a la bella joven.

Aunque cometas muchos errores, a veces las cosas salen bien.

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