domingo, 1 de noviembre de 2009

LA OLLA PARLANTE

Érase una vez una pareja muy pobre que no tenía nada para comer y sólo poseía una vaca flaca. Tenían tanta hambre que decidieron vender la vaca para comprar algo de comida. Así que el hombre ató una cuerda alrededor del cuello de la vaca y se encaminó hacia el mercado.

Poco después se encontró por el camino con un desconocido que le preguntó: “Buen hombre, ¿vas al mercado a vender tu hermosa vaca?”.

“Sí”, respondió el hombre pobre, aunque él no creía que su vaca fuera hermosa.

“¿Quieres comprarme la vaca?”, le preguntó pensando que quizá podría ahorrarse la caminata hasta el mercado.

“No tengo dinero, pero podemos hacer un intercambio”, dijo el desconocido. “¿Quieres cambiar tu vaca por esta olla mágica?”

El hombre miró la olla, que era bastante corriente. Era una olla grande de hierro como muchas otras que había visto. “No, tengo que vender la vaca. Necesito dinero para comprar comida”, respondió.

“Si me llevas contigo no te arrepentirás”, dijo la olla.

El hombre se quedó sorprendido al oír hablar a la olla y pensó que quizá por eso era mágica. Así que cambió su vaca por la olla y al regresar a casa la puso en el establo, donde estaba antes la vaca.

Cuando entró en casa, su mujer le preguntó: “¿ Cuánto dinero te han dado por la vaca? ¿Has comprado comida?”.

“No, pero he conseguido algo extraordinario”, contestó, y llevó a su mujer al establo para que viera la olla.

“¿Cómo se te ha ocurrido cambiar nuestra hermosa vaca por una simple olla de hierro?


Cuando el hombre estaba a punto de explicárselo, dijo la olla: “Límpiame, sácame brillo y cuélgame junto al fuego”.

La mujer se quedó pasmada, y pensó que después de todo una olla parlante podría tener valor. Así que la limpio, le sacó brillo y la colgó junto al fuego.

A la mañana siguiente la olla dijo: “Me voy, me voy”, y salió por la puerta de la choza de la pareja pobre. Tras atravesar colinas y valles llegó a la casa del hombre rico. Entró en la cocina, donde estaba su mujer haciendo su pudín favorito, y subió a la mesa de un salto.

Al ver la olla sobre la mesa, la mujer rica dijo. “Esta olla tiene un tamaño perfecto para mi pudín favorito”. Troceó unas nueces y unas pasas y las añadió la pudín.

Cuando el pudín estuvo hecho dijo la olla: “Me voy ,me voy”, y salió por la puerta.

La mujer rica dijo: “¿Adónde vas con mi pudín favorito?”.

“Me voy por colinas y valles a la choza de la pareja pobre, que vive camino arriba”, dijo antes de marcharse.”

Cuando llegó al granero del hombre pobre comenzó a descargar trigo hasta llenarlo por completo. Había suficiente trigo para dos años, y el hombre y la mujer pobres se lo agradecieron. La mujer limpió la olla, le sacó brillo y la colgó junto al fuego.

A la mañana siguiente la olla dijo: “Me voy, me voy “, y salió por la puerta de choza. Tras atravesar colinas y valles llegó a la oficina del hambre rico, donde estaba él contando su dinero, y subió a la mesa de un salto.

Al ver la olla encima de la mesa, el hombre rico dijo: “Esta olla tiene el tamaño perfecto para guardar algunas monedas de oro”, y comenzó a echar en ella puñados de monedas hasta que se le acabaron.

Cuando la olla estuvo llena de oro, dijo: “Me voy, me voy”, y salió por la puerta de la oficina.

El hombre rico se levantó y gritó: “Espera un momento. ¿Adónde vas con mis monedas de oro?”.

“Me voy por colinas y valles a la choza de la pareja pobre, que vive camino arriba”, dijo antes de marcharse.
Cuando la olla llegó a la casa de la pareja pobre echó las monedas de oro sobre la mesa. Había suficiente oro para que jamás volvieran a ser pobres, y se la agradecieron. La mujer pobre limpió la olla, le sacó brillo y la colgó junto al fuego.

A la mañana siguiente la olla dijo: “ Me voy, me voy”, y salió por la puerta de la choza del hombre que había sido rico. Cuando el hombre la vio dijo vociferando: “¡ Malvada olla! Has robado el pudín favorito de mi mujer, el trigo de mi granero y el oro que estaba contando”.

“Me voy, me voy”, dijo la olla.

“Por mí como si te vas al Polo Norte”, dijo el hombre que había sido rico. Y con estas palabras la olla le agarró del brazo y se puso en marcha hacia el Polo Norte.

Si ves alguna vez una olla caminando, es probable que se dirija al Polo Norte. Y recuerda que el hombre que va con ella fue rico hace tiempo.

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