domingo, 1 de noviembre de 2009

LA PLUMA DE GANSO

El rey de la selva, don León, siempre había tenido un carácter alegre y risueño, pero un extraño encantamiento torcía su boca y le hacía fruncir el ceño de vez en cuando. Siempre que sucedía esto, don León, irritado, se negaba a comer y se metía en la cama hasta el día siguiente.
Su más querida hijita estaba muy preocupada. Desde hacía años buscaba un remedio al hechizo que pesaba sobre su padre. Por fin, una noche de tormenta, fue a ver a una curandera y le contó el problema. Esta le dio una pluma de ganso y le dijo:
- Quien sepa utilizarla adecuadamente, librará a tu padre del encantamiento que sufre.
Muchos habitantes de la región probaron suerte, pero ninguno supo dar el uso conveniente a la pluma del ganso. Al cabo, tres hermanos de la familia Ardilla intentaron, a su vez, liberar al rey.
El hermano mayor era médico y usó la pluma de ganso como un estilete para hacer una sangría al rey. A su turno, el hermano mediano, que era poeta, escribió con la pluma hermosos poemas. Don León los escuchó, impertérrito, de labios de su autor, pero su encantamiento siguió en pie.
Por fin intervino el hermano pequeño, que no tenía otro oficio que ayudar a su madre en las faenas caseras. Lleno de ingenio, tomó la pluma e hizo cosquillas con ella al rey. Este prorrumpió en sonoras carcajadas y su cara recobró la franca sonrisa que siempre la había caracterizado. Don León había sido liberado del encantamiento y recompensó al joven como se merecía.

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